lunes, 12 de julio de 2010

Algo de la historia del té





El té fue introducido en Japón durante el siglo IX por los monjes budistas de China, donde se conocía, según la leyenda, desde hacía milenios. El té se hizo rápidamente popular en Japón y se comenzó a cultivar localmente.

La costumbre de beber té, primero como bebida medicinal y luego simplemente por placer se hallaba ya extendida ampliamente en China. A comienzos del siglo IX, el autor chino Lu Yu escribió el Ch'a Ching (Clásico de té), un tratado sobre su cultivo y preparación. La vida de Lu Yu se encontraba fuertemente influenciada por el budismo, particularmente por la escuela Chan, que evolucionó al Zen en Japón, y sus ideas tuvieron gran importancia en el desarrollo de la ceremonia del té japonesa.

En el siglo XII, una nueva forma de té, matcha, se introdujo. Este polvoriento té verde, extraído de la misma planta que el té negro, pero sin fermentar, fue usado en rituales religiosos de los monasterios budistas. Para el siglo XIII, los samurái comenzaron a preparar y beber matcha y los pilares de la ceremonia del té fueron erigidos.

La ceremonia del té evolucionó a una "práctica transformativa" y comenzó a desarrollar su propia estética, en particular el wabi. Wabi (佗 significando quietud o refinamiento?) sobrio, o gusto sometido "es caracterizado por la humildad,moderación, simplicidad, naturalidad, profundidad, imperfección, y simples objetos y arquitectura, sin adornos, enfatizantemente asimétricos, y la celebración de la belleza suave que el tiempo y el cuidado imparten a los materiales".

Ikkyu, que revitalizó el Zen en el siglo XV, tuvo una profunda influencia en la ceremonia del té.

Para el siglo XVI, el té se había extendido a todos los niveles de la sociedad japonesa. Sen no Rikyu, quizás la más conocida y respetada figura histórica en la ceremonia del té, introdujo el concepto de ichi-go ichi-e (一期一会? literalmente, "un encuentro, una oportunidad"), una creencia de que cada encuentro debería ser atesorado ya que no podría volver a repetirse. Sus enseñanzas derivaron en el desarrollo de nuevas formas de arquitectura y jardines en Japón, las Bellas Artes, las artes aplicadas, y en el desarrollo completo del sadō. Los principios que asentó -Armonía (和 wa), respeto (敬 kei), pureza (清 sei) y tranquilidad (寂 jaku)- son, todavía, el centro de la ceremonia del té.

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